Profesor Francisco Molina Sánchez
1908-1992
Finalizando el año 1908 un ocho de Octubre, nació en El Banco-Magdalena Francisco Molina Sánchez, fruto del hogar conformado por el momposino Marcelino Molina y la Chiriguanera Ana Joaquina Sánchez, Junto con sus seis hermanos Andrés, Adolfo, Federico, José, Ruperto, y Celestina, vivían en el apacible pueblo ribereño hasta cuando su padre decidió mudarse a Barranquilla en busca de un mejor porvenir académico para sus hijos. Allí estudió en el Colegio Barranquilla donde se graduó de bachiller con énfasis en ciencias naturales, con la aspiración de estudiar medicina en la lejana Bogotá.
En enero del año 1.935 a bordo de vapor Pichincha partió del puerto de Barranquilla con la ilusión de convertirse en médico de la Universidad Nacional de Colombia, allí cursó 3 años de esa profesión, pero su precaria situación económica lo obligó suspenderla y le pidió el favor al Dr. Luis López de Mesa quien era su profesor de Etiología Medica, y a la vez ministro de educación, que le consiguiera un puesto para poder ahorrar unos centavos y continuar con sus estudios.
El buen samaritano, Dr. López de Mesa, le ofreció un puesto en las remotas tierras guajiras para que se ocupara de la erradicación del Paludismo que causaba estragos en la región de Fonseca y Distracción. Aceptó gustoso el cargo y sin dudarlo se desplazó hacia allí. Antes de su viaje sin retorno, fue despedirse y al mismo tiempo agradecerle a su queridísimo profesor por tan generosa ayuda; el sabio galeno le dijo estas proféticas palabras “Querido y apreciado Pachito el empleo domestica y de esas lejanas tierras el que se va no vuelve”. Y la profecía se cumplió, en esos terruños perdidos se hizo amigo de muchos personajes y entre los que nombraba con profunda nostalgia y fraternal afecto a Fermín Peralta, Piano Medina, Parodi, Borrego, el alemán Trasler y otros más quienes con su noble estirpe de buenos anfitriones le hicieron amena y fraternal su estadía en ese lugar.
Terminada la labor de desecado de los pantanos anofélicos, pasado el tiempo y ya amañado decidió un buen día venir a Valledupar a conocer esa promisoria población del Magdalena Grande, allí se encontró con la buena noticia que se iba a abrir un gran colegio para preparar a los jóvenes de la región, me refiero al colegio Nacional Loperena, allí se enroló en la noble misión del magisterio y fue nombrado como profesor de ciencias naturales, religión e idiomas por tener los conocimientos adquiridos en la universidad; luego en 1.956 fue nombrado rector de la escuela de Artes y Oficios hoy Instituto Técnico Pedro Castro Monsalvo. En estos planteles junto con otros apóstoles de la educación como: Enrique Pupo Martínez, Lorenzo Celedón, Alfonso Cotes Queruz, Gustavo Cotes Fernández, Francisco Chico Daza, Emilio Araos, Pedro Rafael Jaimes, Filemón Aponte, José Caratt Ospina, Heriberto Castañeda, Joaquín Ribón y Eloy Enrique Quintero y otros no menos importantes que se escapan sus nombres, se propusieron a sacar adelante a un puñado de jóvenes que llegaron a estos claustros escolares ávidos de aprender.
Transcurría el año 1.941 y en la tradicional fiesta del Corpus Cristi, se hizo una representación alegórica a las virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad), en ella tres hermosas jóvenes las representaron: Delia Aguancha era La Esperanza, Margoth Gutiérrez Acosta La Caridad , y Aura Gutiérrez Sierra, La Fe. Al ver a Aura, Molina Sánchez exclamó a su amigo Cristóbal TOBA Mendoza, “esa es la mujer por la yo vendería mi libertad”.
En las averiguaciones sobre el paradero de la encantadora dama, dio con un primo de ella, Rafael Joaquín Gutiérrez Acosta, KING; quien era su alumno y sin tapujos lo abordó sin más argumentos que Cupido lo había flechado con Aura Rosa, aquel con el interés de ganarse la buena voluntad de su profesor le dio todos los pormenores e incluso se ofreció para llevarlo a su tierra natal Las Juntas –Guajira. Más tarde el día once de diciembre de mil novecientos cuarenta y dos contrajo con ella nupcias.
Recordaba con especial afecto a Consuelo Araujo Noguera ya que fue su única damita de honor y encargada de llevarle los anillos y la cola del vestido a la novia.
Francisco Molina era amante de la lectura, autodidacta en el aprendizaje de los idiomas, hablaba Inglés, Francés, Latín y entendía algo de Alemán, este ultimo lo trató de perfeccionar con el señor Hans Otto Gebauer, quien llegó a estas tierras a finales de la segunda guerra mundial y se estableció en Valledupar con su taller industrial “Los Alemanes” en la Calle 13C con Cra 15 de la actual nomenclatura. Allí asistía con frecuencia a recibir sus clases que gustosamente le dictaban. Como dato curioso nunca salió del país, a la parte que más lejos fue a la ciudad de San Antonio del Táchira a un encuentro de concejales colombo-venezolanos.
En el año 1.957 en sociedad con el también profesor Pedro Rafael Jaimes Morales fundó el colegio Sagrado Corazón de Jesús donde muy prontamente se ganó los afectos de los jóvenes que desde pueblos lejanos de la provincia, y del Magdalena grande, incluso del vecino país de Venezuela vinieron a recibir sus enseñanzas.
Veía la educación como un apostolado, su talante de educador lo hacía recio y estricto en sus formas de impartirla pero tenía un corazón noble y generoso. En cierta ocasión el distinguido licenciado Cesar López describió a Molina Sánchez como: “El pedagogo insigne, formador de generaciones, hombre honesto, probo y generoso, amigo de sus amigos, esposo fiel y amantísimo, padre ejemplar con muchos aplausos de sus hijos y de la sociedad que lo vio actuar”.
Fue profesor en otros colegios de la ciudad a saber, Sagrada Familia, Prudencia Daza, Camilo Torres, Pedagógico Moderno, entre otros, donde con esmero y dedicación impartía sus conocimientos.
Su amor por esta tierra quien lo acogió como uno más de los suyos, lo llevó a prestar otros servicios comunitarios en instituciones públicas y privadas entre otras cofundador junto con doña María Teresa Naranjo de Mejía, Calixto Mejía Castro y otras personalidades vallenatas de la “Sociedad de Mejoras Públicas de Valledupar”. Desde su claustro educativo y en sus cátedras fue un furibundo impulsor y defensor de la creación del nuevo departamento del Cesar, más tarde al lado de la primera dama del departamento doña Cecilia Caballero de López, emprendieron la arborización de las calles, carreras y parques de la ciudad que estaban recién pavimentadas. Fue miembro del Club de Leones, concejal de Valledupar en varias ocasiones, socio honorario del Club Valledupar.
Fue objeto de distinciones y condecoraciones entre otras: María Concepción Loperena de Fernández de Castro, en categoría oro, otorgada por el municipio de Valledupar siendo alcalde su ex alumno Miguel Meza Valera; Medalla Cacique Upar, en categoría oro, concedida por la gobernación del Cesar siendo gobernador el Sr. José Guillermo Castro Castro. Banda de oro en categoría de profesor emérito del Instituto Técnico Pedro Castro Monsalvo de Valledupar, condecoración impuesta por la entonces gobernadora Doña Paulina Mejía de Castro Monsalvo. Placa de Honor como “El Gran Ciudadano” otorgada por La Cámara Junior - Capitulo Valledupar, año 1.991.
Su casa no dejó de ser un faro encendido de conocimientos, ella se convirtió en sitio obligado de tertulias de distinguidos juristas, médicos, periodistas y Filósofos con quienes compartía amenamente intercambiando, debatiendo, proponiendo y planteando ideas de profundidad filosófica. Entre los contertulios más frecuentes recordamos a los doctores: Ovidio Palmera Baquero, Edilberto Monsalvo, Yin Daza Noguera, en varias ocasiones y cuando se encontraba en vacaciones en esta ciudad el distinguido galeno Psiquiatra José Francisco Socarrás Colina y en una ocasión asistió el filosofo Rafael Carrillo Lúquez, quien después de participar en la animada e interesante reunión antes de despedirse expresó: “Me he sentido tan a gusto que en esta tertulia que me parece estar en mis cátedras de la universidad de Heidelberg” . A esta expresión, con fino sentido irónico el Dr. Palmera Baquero le contestó “Eso para que se dé cuenta Dr. Carrillo que aquí también se debate con altura intelectual”.
Los jóvenes de esa época en sus períodos de vacaciones, también asistían a su residencia y en su nivel educativo también participaban de las polémicas que allí se exponían, el profesor Molina se ubicaba en ese estadio y participaba en esas veladas. Recordamos como asistentes a: Jaime Araujo Rentería, Rodrigo Ortega Montero, Iván Morón Cuello, Valerio y Guillermo Mejía Araujo, Rodolfo Quintero Romero, Alberto Aroca Saad, Iván y William Lacouture Méndez, Raúl Gutiérrez Gutiérrez, Aníbal Raúl Martínez Martínez, José Alfonso Maestre Manjarrez, y otros más.
Amó con profunda devoción su trabajo, se entregó sin condiciones a él y este le pagó con el mejor galardón: el cariño, respeto y admiración de todos los que lo conocieron.
Dejó seis (6) hijos, cuatro (4) de ellos con la misma vocación: Francisco, Félix, Ruth y Judith, Ana Cecilia, y Jesús María.
Como herencia nos dejó a todos los vallenatos, cesarences y colombianos que escucharon su cátedra sus valiosísimas enseñanzas y sus permanentes frases llenas de verdades, como algunas que se recuerdan aun entre sus ex alumnos “La pobreza no es óbice para poder salir airoso ante las adversidades de la vida”, “El trabajo fuerte y decidido todo lo vence”, “La honradez y la honestidad son hermanas del buen ciudadano”, “La dignidad No se entrega ni se vende por ningún precio” Después de Dios lo único que redime es el estudio y el trabajo” y muchas otras que se nos escapan; pero, ojalá estas oraciones que se traen a colación se recogieran y se implantaran nuevamente en los claustros educativos.
A finales de 1.991 sufrió una Isquemia Cerebral que redujo su capacidad de movilidad, sin embargo su amor por los jóvenes que aun le visitaban lo mantuvo activo pero con ciertas limitaciones. Falleció como buen cristiano a las doce en punto después de escucharse el ángelus y el repicar de las campanas de la Iglesia la Concepción, en su amado Valledupar, el día dos (02) de Febrero de 1.992.
Autor: Juan Carlos Castro Arias
César Emilio Sánchez Vásquez
Miembro de Número de la Academia de Historia del Cesar.
Editor del Blog:Personajes de la Ciudad de los Reyes, Valle de Upar y Región Caribe de Colombia.
Esta biografía hace parte de los Personajes de la Ciudad de los Reyes, Valle de Upar y Región Caribe de Colombia, publicación de la Academia de Historia del Cesar, recuperando la memoria histórica.
Nota: Al terminar la lectura de cada biografía, encontrarás el signo de google g +1.
Excelente biografia de nuestro querido e inolvidable profesor Molina Sanchez. A los que estudiamos en su colegio Sagrado Corazón de Jesús, nos llega al alma una descripción tan precisa.
ResponderEliminarInolvidable y respetado el profesor Molina, por quienes recibimos sus enseñanzas en el colegio Sagrado Corazón de Jesus
ResponderEliminarEWxcelent biografía de nuestro querido e inolvidable Profesor Molina Sanchez. A los que estudiamos en su colegio Sagrado Corazón de Jesús, nos llega al alma una descripción tan precisa.
ResponderEliminarY en su honor lleva una Institución Educativa su nombre FRANCISCO MOLINA SANCHEZ . Dejó un gran legado, gracias por mantener intacto su recuerdo.
ResponderEliminarLa emoción que sentí al encontrame leyendo mis pensamientos con la lógica de un niño que despierta a la vida adulta y esas primeras letras intentando hacer poesia, fué el gran aporte del profesor Molina , en mi querido sagrado corazón.Aprendí a valorar el poder de la disciplina y el respeto por la religión católica en estas tardes de los sabados, vestido de "bollo limpio"..
ResponderEliminarGracias por esta biografía que me acerca a la nostalgia de mi infancia.
Mi agradecimiento y cariño por siempre..maetro..profe Molina.."pacho".